domingo, 14 de marzo de 2010

FAUNA DE MONFRAGÜE

Fauna


Uno de los valores principales de Monfragüe lo constituye la fauna que alberga. Entre sus sierras podemos encontrar una muy buena representación de cada uno de los grupos animales que pueblan el bosque y matorral mediterráneo. Monfragüe se convierte de esta manera en un refugio excepcional para algunas de las especies más amenazadas de nuestro país.



INVERTEBRADOS



Los primeros animales que poblaron las tierras de Monfragüe eran invertebrados. Algunos gusanos y artrópodos, como ciertos crustáceos y los trilobites, campaban hace más de quinientos millones de años el fondo marino de lo que hoy son sierras, valles y ríos ya emergidos.
De una manera sencilla y ciñéndose a las especies que se pueden encontrar en Monfragüe, los invertebrados se dividen en tres grandes grupos. Los gusanos, animales de cuerpo blando sin ningún tipo de esqueleto o protección; los moluscos, animales de cuerpo blando que presentan por lo general algún tipo de formación endurecida protectora; y los artrópodos, animales con un exoesqueleto articulado.




De todos los invertebrados, así como de todas las clases faunísticas, los insectos son los que mayor número de especies aportan al reino animal, más de un millón. A esta gran diversidad, se une la gran capacidad reproductora de sus especies, por lo que son los insectos los invertebrados a los que estamos más habituados.
En Monfragüe podemos encontrar una buena representación de especies de invertebrados de todos los grupos.



VERTEBRADOS

Encontramos en este grupo peces, herpetofauna, mamíferos y aves.



PECES

La construcción de las presas de Alcántara y Torrejón cambió totalmente la fisonomía de los dos grandes ríos que cruzan Monfragüe. De esta manera, las aguas del Tajo y el Tiétar dejaban de correr libremente y la fauna piscícola que albergaban cambiaba adaptándose a la nueva situación.

(Barbo Común. Foto cedida por Casto Iglesias Duarte. Centro de Documentación del P.N. de Monfragüe)Una serie de especies aparecían entre las aguas de los embalses, algunas de forma natural y otras por medio de sueltas para la pesca deportiva. Así, estas aguas se poblaban de barbos (Barbus bocagei y B. comiza), carpas (Cyprinus carpio), carpines (Carasius auratus), lucios (Esox lucius), black bass (Micropterus salmoides), percasoles (Lepomis gibbosus) y gambusias (Gambusia holbrooki) entre otros.

Pero con la construcción de los muros de las presas en el río Tajo, especies que utilizaban las aguas de este río para realizar parte de su ciclo vital dejaban de hacerlo; entre ellas destaca la anguila (Anguila anguila). Aún así, algunos pescadores consiguen, muy de tarde en tarde, atrapar algún ejemplar que ha quedado acantonado en las aguas de los embalses y no consigue salir a las aguas oceánicas para criar en el Mar de los Sargazos.
Otros pequeños cursos fluviales sí continúan con su régimen hídrico tras la subida de las aguas de los embalses, exceptuando las zonas más cercanas a estos. Así, los arroyos Barbaón, Malvecino, de la Vid, Retuerta, Riofrío, Giraldo o la Garganta del Cubo entre otros, aportan sus aguas a los ríos principales. Estos arroyos tienen un fuerte estiaje en la época del verano, quedando su cauce reducido a pequeñas charcas diseminadas a lo largo de su recorrido.

En ellos encontramos pardillas (Chondrostoma lemmingi), calandinos (Squailus alburnoides), bogas (Chondrostomas polylepis), cachos (Squalius pyrenaicus) aparte de las especies referidas antes.

Un fenómeno atrae la curiosidad de los visitantes del Parque Nacional a finales de primavera. En el arroyo Malvecino, atravesando una de las rutas señalizadas del Parque se produce la subida de los barbos desde las aguas del río Tajo hacia la cabecera del arroyo para desovar. Cientos de peces nadan en esa dirección para poner miles de huevos entre el fondo pedregoso que darán lugar a una nueva generación de pequeños barbos.
Por otro lado, las charcas que abastecen de agua al ganado en las explotaciones ganaderas de la comarca de Monfragüe, tienen en sus aguas una especie muy apreciada por los pescadores, la tenca (Tinca tinca).
A los problemas que puede tener la piscifauna de Monfragüe debida a su hábitat (eutrofización de las aguas, construcción de presas, etc.) debemos añadir una muy importante, la introducción de especies exóticas. De esta manera, unidas a algunas de las ya reseñadas y que fueron introducidas en décadas e incluso siglos pasados (Carpas, black-bass, percasoles, etc), en fechas recientes se ha constatado la presencia de otras especies como la lucioperca (Sander lucioperca), el pez gato (Ameiurus melas) y el siluro (Silurus glanis), causando un grave daño a las especies autóctonas.

HERPETOFAUNA

Monfragüe está considerado como un Área Importante para la Herpetofauna, dada la presencia de especies con cierto grado de amenaza, la diversidad y el número de endemismos presentes en el área estudiada.

ANFIBIOS

Dentro de esta herpetofauna, el grupo de los anfibios tiene una buena representación en el Parque, y debido a su biología, en la que necesitan enclaves húmedos para realizar parte de su ciclo vital, son fácilmente detectables en los diversos puntos de agua que existen en Monfragüe.

La población de anfibios tiene su época más óptima en primavera y otoño, coincidiendo en las épocas en las que más lluvias se producen en la zona.

Así, en casi todos los puntos de agua, bien sean los grandes embalses bien los pequeños charcos y arroyos temporales que se producen tras las lluvias podemos encontrar a la rana común (Rana perezi).

(Sapo Corredor. Foto cedida por Daniel Fernández Ortiz. Centro de Documentación del P.N. de Monfragüe)Esta especie, junto con el sapo corredor (Bufo calamita), son las más abundantes dentro del área de Monfragüe. Este último es fácilmente audible cuando sus coros nocturnos compuestos por numerosos machos que intentan atraer a las hembras.

Otras especies bien representadas son el sapo de espuelas (Pelobates cultripes) y el sapo común o escuerzo (Bufo bufo). También tenemos al sapillo pintojo (Discoglossus galganoi) que con su aspecto de rana puede llevarnos a alguna confusión.

Entre los anuros, o anfibios sin cola, en la comarca de Monfragüe se puede encontrar a los sapos parteros, tanto al ibérico (Alytes cisternarsii) como al común (A. obstetricans), si bien este último es más difícil de detectar pues necesita una mayor precipitación anual. Estos dos pequeños sapos, de aspecto rechoncho tienen un curioso comportamiento de cuidado parental. Los machos enrollan en sus patas traseras los cordones de huevos que han puesto las hembras y los transportan consigo hasta que llega la hora de su eclosión, momento en el que se acercan a una charca y depositan los huevos.

(Ranita Meridional. Foto cedida por Jose Jimenez Barco. Centro de Documentación del P.N. de Monfragüe)Para finalizar con el grupo de los anuros hay que hacer mención de las ranitas. En el Parque existen dos especies que están emparentadas con las ranas arborícolas de las selvas húmedas. Están provistas de ventosas en los dedos que las permiten trepar a los juncos y la vegetación que hay junto a las charcas. Son la ranita meridional (Hyla meridionalis) y la de San Antonio (H. arborea).
En el grupo de los urodelos, o anfibios con cola, en Monfragüe encontramos cuatro especies. La más llamativa es sin duda la salamandra (Salamandra salamandra), cuyos colores indican a sus posibles depredadores de su veneno, que por otra parte no supone ningún riesgo para el ser humano.


Los tritones pigmeo (Triturus pygmaeus) y el ibérico (Lisotriton boscai) son pequeños y sobre todo el último utiliza en mayor medida los puntos de agua; así podemos verlo arqueando su cuerpo para desplazarse bajo la superficie en busca de pequeños invertebrados.
El último de los urodelos es el gallipato (Pleurodeles waltl). Es la mayor de las especies de tritones que podemos ver. Tiene un curioso comportamiento defensivo, ya que al sentirse acosado, arquea sus costillas y las saca por unas protuberancias que poseen en sus costados, ante lo que cualquier depredador no dudará en soltarlo y el gallipato conseguirá huir.

REPTILES

Morfológicamente, los reptiles de Monfragüe se pueden diferenciar en dos grandes grupos; los quelonios, caracterizados por poseer un caparazón protector y carecer de dientes; y los escamosos, reptiles carentes de dicha coraza y poseedores de dientes.


(Galápago Europeo. Foto cedida por Daniel Fernández Ortiz. Centro de Documentación del P.N. de Monfragüe)Del orden de los quelonios, en el Parque nacional se encuentran dos especies, Galápago europeo (Emys orbicularis) y Galápago leproso (Mauremys leprosa), ambas protegidas y calificadas como especies de carácter “vulnerable” en el Libro Rojo de los Anfibios y reptiles de España. El Galápago europeo es mucho más escaso que su pariente y presenta unas características manchas amarillas en las patas y en la cabeza. Como curiosidad se deber reseñar que el caparazón típico en estas especies es un exoesqueleto formado por la fusión de los huesos de la caja torácica.


Entre los escamosos, Monfragüe mantiene una variada representación de muchas de sus familias. Destacan la Salamanquesa común (Tarentola mauritánica), inconfundible reptil visitante habitual de los edificios en busca de alimento y cobijo; el Eslizón ibérico (Chalcides bediagrai) presenta unas pequeñas patas con cinco dedos, mientras que en el Eslizón tridáctilo (Chalcides striatus) la disminución de sus patas es aún más patente y muestran tan sólo tres dedos; el Lagarto ocelado (Lacerta lepida) es la especie de mayor tamaño, se localiza frecuentemente calentándose al sol sobre el asfalto de las carreteras o sobre las rocas; la Lagartija colilarga (Psammodromus algirus) es probablemente el reptil más abundante en Monfragüe. Se trata de una lagartija de considerable tamaño con un rasgo distintivo peculiar que ha determinado su denominación; la desproporcionada longitud de su cola, la cual supera el doble de las dimensiones del cuerpo; la Lagartija cenicienta (Psammodromus hispanicus), diminuto reptil que habita zonas cubiertas por vegetación herbácea y matas de baja altura; la Lagartija ibérica (Podarcis hispanica) posee hábitos rupícolas, por lo que suele ser localizada en ámbitos rocosos, tales como el lecho pedregoso de los arroyos estacionales; y, por último, la Culebrilla ciega (Blanus cinereus) que en ciertas zonas rurales es conocida como “eslabón” y es objeto de leyendas sin fundamento que hablan de su peligrosidad. Sin embargo es un ser inofensivo que carece de veneno, de dientes y de aguijón.




En el Parque Nacional se pueden observar siete especies de colúbridos. El más común es la Culebra viperina o Culebra de agua (Natrix maura), especie inofensiva y pacífica habitual del medio acuático. A pesar de no morder al ser capturada, su parecido con la víbora la hace víctima de muertes vandálicas. Del mismo género, aparece en las márgenes de zonas húmedas como fuentes, charcas y arroyos la Culebra de collar (Natrix natrix), cuyos individuos jóvenes presentan un conspicuo collar amarillento; esta especie rara vez muerde a sus agresor. Otra culebra que no muestra un carácter agresivo es la Culebra lisa meridional (Coronella girondica).
Entre los colúbridos agresivos y que por lo tanto muerden al ser capturados, en Monfragüe están presentes la Culebra de herradura (Hemorrhois hippocrepis) y la Culebra de escalera (Rhinechis scalaris).
(Culebra Bastarda. Foto cedida por Oscar Díaz Martín. Centro de Documentación del P.N. de Monfragüe)Todas estas culebras carecen de dientes inoculadores de veneno. Sin embargo existen dos especies con la capacidad de inyectar tóxicos a sus presas, la Culebra de cogulla (Macropotodon brevis) y la Culebra bastarda (Malpolon monspessulanus). Ambas especies poseen colmillos ponzoñosos en la parte posterior de las mandíbulas, los cuales, debido a su localización, rara vez son hincados en caso de mordedura. Su veneno es inocuo para los humanos. Estos dientes cumplen su función en el momento en que la presa es tragada, de manera que el tóxico actúa como anestésico y evita movimientos bruscos.
Las serpientes potencialmente peligrosas para el hombre son aquellas cuyos dientes inoculadores se sitúan en la parte anterior de la boca y poseen un potente veneno. En Monfragüe sólo existe una especie, la Víbora hocicuda (Vipera latastei), la cual mantiene una población poco abundante.

MAMÍFEROS

Es el grupo animal que más nos atrae, junto a las vistosas aves. La grandeza de algunos de los mamíferos hacen que estos animales sean los que mayor atractivo posean para los visitantes del Parque, si bien hay que decir que debido a su carácter nocturno o crepuscular son muy esquivos y rara su observación. Aún así siempre hay alguna excepción y se produce algún avistamiento de estos animales.
Esta excepción siempre se confirma con el caso de la cabaña ganadera, que es un gran atractivo en si misma. En las dehesas de Monfragüe podemos ver pastando a las vacas retintas o la rara blanca cacereña, esta última variedad en peligro de extinción. Son las razas autóctonas de ganado bovino. Cada primavera podemos ver a los grupos de vacas acompañados de sus vaqueros pasando por Villarreal de San Carlos camino de los pastos frescos del Norte, camino que desharán al finalizar el verano.
Las ovejas que predominan en la zona son las de raza merina, de apreciada lana. Existe un importante número de ellas, todo lo contrario de la cada vez más rara cabra.
Y para finalizar con los mamíferos domésticos hemos dejado al cerdo ibérico, verdadero estandarte de la dehesa extremeña. Muy apreciado por los productos que se derivan de él (embutidos, jamones, etc.), la alimentación que lleva a cabo en la dehesa a base de bellotas hace que su carne sea de calidad excepcional. No pocos visitantes preguntan por la posibilidad de ver estos animales en el entorno del Parque.
Pero el valor natural de Monfragüe lo tienen los animales salvajes. De los grandes depredadores, el lince ibérico (Lynx pardinus) es el único que podría quedar entre nosotros. A la desaparición del oso en siglos anteriores se unió la del lobo ibérico en la década de los sesenta del siglo pasado. En cuanto al esquivo lince, en los últimos muestreos que se han realizado no han dado datos positivos, si bien gentes de la zona, de tarde en tarde afirman ver alguno. Motivo de esperanza unido al hábitat ideal para el felino más amenazado del mundo que posee el Parque Nacional. Además la creación de los centros de cría en cautividad y la confirmación del descubrimiento de ejemplares en Castilla La Mancha nos permite ser optimistas en cuanto a la recolonización del lince en Monfragüe.
Mucho más abundantes resultan los carnívoros de tamaño medio: tejones (Meles meles), garduñas (Martes foina), ginetas (Genetta genetta) utilizan el monte mediterráneo para ocultarse durante el día e iniciar su caza en las horas nocturnas.
Entre los cánidos el único representante es el zorro (Vulpes vulpes), que podemos encontrar desde las inmediaciones de los núcleos urbanos hasta en las zonas más agrestes.
En los cursos de agua podemos ver a la cada vez más abundante nutria (Lutra lutra) en busca de peces o cangrejos de río. El aumento de esta especie de invertebrado en nuestras aguas ha traído como consecuencia el incremento de los ejemplares de nutria, ya que ha pasado a ser parte principal de su dieta.
Otros mamíferos muy importantes son los que se sitúan en la parte baja de la pirámide trófica y son las presas de los mencionados depredadores. En este punto mención especial tiene el conejo (Oryctolagus cuniculus), que es la comida principal de muchos de los grandes depredadores del ecosistema del bosque y matorral mediterráneo. Las dos enfermedades que castigaron gravemente a este animal (la mixomatosis y la neumonía hemorrágico vírica) en décadas pasadas y que aún afectan a sus poblaciones, pusieron en grave peligro la existencia de algunas especies que dependían en gran medida de él.
Los micromamíferos, tanto ratones y otros roedores, e insectívoros como musarañas y musgaños, son también presas habituales de otros mamíferos, aves o reptiles.
Por la noche toman el relevo los murciélagos, únicos mamíferos con la capacidad de volar. Son muy beneficiosos pues capturan gran cantidad de insectos en las noches de primavera y verano. En las poblaciones podemos ver el murciélago enano (Pipistrelus pipistrelus), y en refugios como cuevas u oquedades de los árboles murciélagos de herradura (Rhinolophus sp.) entre otras especies.
Los mamíferos salvajes de mayor tamaño del Parque Nacional de Monfragüe son los ciervos (Cervus elaphus). Los machos, con su imponente cuerna, llenan de bramidos las noches de otoño en busca de sus harenes en la denominada berrea. Este espectáculo atrae cada año a más visitantes en busca de estos animales en las dehesas que rodean el Parque.
Otro animal que se deja ver es el jabalí (Sus scrofa), antecesor de los cerdos domésticos que debido a su amplio espectro trófico ha sufrido un gran crecimiento en sus poblaciones. A esto también ha ayudado la desaparición ya comentada del lobo, único depredador que estos animales tenía en las sierras de la comarca.









AVES


Las aves son, sin ningún tipo de duda, el gran valor de Monfragüe. Miles de turistas visitan cada año estos lugares con la intención de observar algunas de las especies de aves más buscadas en nuestro país. Y dentro de este importante grupo animal destacaremos a las rapaces. Una gran representación de estas utilizan Monfragüe como lugar para realizar todo o parte de su ciclo vital.
Dos especies de rapaces son las más buscadas por los objetivos de los ornitólogos, tanto españoles como extranjeros, que llegan a estos lugares: el buitre negro y el águila imperial ibérica.
El buitre negro (Aegypius monachus) tiene en Monfragüe su principal santuario, y en estas sierras se asienta la mayor de sus colonias conocidas dentro de su área de distribución. Cada año más de trescientas parejas utilizan las copas de los grandes árboles para colocar su nido y reiniciar cada primavera el cuidado de su único pollo. Este gran velero aprovecha las corrientes térmicas para volar sin apenas gasto energético y así lo podemos ver junto a grandes grupos de buitres leonados realizando círculos sobre nuestras cabezas. Estas dos especies son carroñeros que aprovechan los cadáveres de los animales que mueren en el campo, evitando así que la presencia de cadáveres provoquen infecciones en esas zonas.
Por su parte, el águila imperial ibérica (Aquila adalberti) es un ave más solitaria. Esta gran águila es uno de los superdepredadores con la que cuenta la pirámide trófica de Monfragüe. Su presa principal es el conejo, y las dificultades que este animal ha tenido, debido a las enfermedades que le han afectado, y otras causas como pérdida de hábitats y muertes no naturales han supuesto un declive en la población que situaron a la mayor rapaz del bosque mediterráneo en una situación crítica. Hay que añadir que es un ave exclusiva del suroeste de la Península Ibérica, por lo que su protección debería ser prioritaria. Afortunadamente, en los últimos años su número ha empezado a aumentar y se puede ser optimista, aunque no debe bajarse la guardia. En la actualidad existen alrededor de doscientas parejas en la Península Ibérica, habiendo doce en la zona de Monfragüe.

Entre los necrófagos tenemos al buitre leonado (Gyps fulvus) y al alimoche (Neophron pernocterus). El primero nos brinda una de las imágenes más singulares del Parque, ya que es la especie más vista debido a las grandes colonias de cría de decenas de parejas que se sitúan en los roquedos. El visitante puede observar desde los miradores de la zona de uso público a estas aves utilizando sus prismáticos o telescopios. Por su parte, el alimoche, nos visita cada primavera desde la lejana África para criar en los roquedos.
 Centro de Documentación del P.N. de Monfragüe)Otras aves de presa surcan los cielos de Monfragüe en busca de su sustento. En los roquedos encontramos águilas reales (Aquila chrysaetos), perdiceras (Hieraaetus fasciatus), halcones peregrinos (Falco peregrinus) o búhos reales (Bubo bubo). Entre la espesura de las umbrías, azores (Accipiter gentilis), gavilanes (Accipiter nisus), milanos negros (Milvus migrans), águilas calzadas (Hieraaetus pennatus), culebreras (Circaetus gallicus), y en las dehesas milanos reales (Milvus milvus), elanios azules (Elanus caeruleus), cárabos (Strix aluco) o mochuelos (Athene noctua). Estas especies constituyen el grueso de las que pueblan el área de Monfragüe. Además, en el medio humanizado que constituyen los pueblos de la comarca y los edificios de las fincas podemos ver especies que toleran en mayor medida la presencia del hombre. El cernícalo primilla (Falco naummani) y la lechuza (Tyto alba) aprovechan estas construcciones para colocar sus nidos.

Aparte del grupo de rapaces, que como comprobamos tienen una gran representación en Monfragüe, destacaremos otro ave que es objetivo de los visitantes, la cigüeña negra (Ciconia nigra). Esta, mucho más esquiva que su prima la cigüeña blanca (Ciconia ciconia), a la que podemos observar en las torres de las iglesias de los pueblos o formando colonias en algunos bosques y torres de electricidad junto a las carreteras, sitúa sus nidos en los roquedos. Esto nos permite, mantenido una respetuosa actitud, disfrutar viendo cómo saca adelante sus pollos en los nidos desde los miradores.
Junto a estas aves, verdaderos emblemas del Parque, encontramos infinidad de otras aves que dependiendo del medio que utilicen serán más o menos detectables.
Así, en los medios acuáticos de la comarca, podemos encontrar ardeidas como la garza real (Ardea cinerea), garceta común (Egretta garzetta) o más raramente martinetes (Nycticorax nycticorax) o garzas imperiales (Ardea purpurea). También encontramos otras acuáticas como diferentes especies de patos: azulones (Anas platyrrhynchos), cuchara (Anas clypeata) o cercetas comunes (Anas crecca) entre otros. Y el cormorán (Phalcocorax carbo), que forma grandes dormideros en los embalses en invierno.
Los invernantes llegan a principios del otoño, y grandes bandos de grullas (Grus grus) o palomas torcaces (Columba palumbus) cruzan los cielos en busca de las dehesas que proporcionan la nutritiva bellota. Otras especies abandonan también sus cuarteles de cría en el norte de Europa y pasan la época más fría en nuestras latitudes: Zorzales (Turdus sp.), mosquiteros (Phylloscopus collybita), petirrojos (Erithacus rubecula) aprovechan las aceitunas y los frutos otoñales para alimentarse.

En las sierras de Monfragüe podemos encontrar una legión de pajarillos que animan con sus cantos las mañanas primaverales defendiendo su territorio o atrayendo a sus parejas: Carboneros (Parus major), herrerillos (Parus caeruleus), mitos (Aegythalos caudatus), currucas de varias especies (Sylvia sp.), se hacen difícilmente detectables sino fuera por su canto.
En espacios mas abiertos vemos al rabilargo (Cyanopica cyanus), animal de curiosa distribución, ya que lo podemos encontrar en el centro y oeste de la Península Ibérica y en el lejano oriente.
En los roquedos, que suponen el ecosistema más imponente de Monfragüe, las golondrinas daúricas (Hirundo daurica) y aviones roqueros (Ptyonoprogne rupestris) realizan acrobacias imposibles entre las buitreras del Salto del Gitano o la Portilla del Tiétar.
En los núcleos de población encontramos a las aves que toleran mejor la presencia humana como gorriones comunes (Passer domesticus), estorninos (Sturnus unicolor), lavanderas blancas (Motacilla alba), etc. que deambulan entre las calles de los pueblos de Monfragüe.

miércoles, 3 de marzo de 2010

El verbo...

Los verbos, una fenomenal actividad para repasar la gramática del tema 8